Dirección

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“Pluma” me persigue hace años. Veo a Pluma en bebés que cruzan fronteras,en mi hija, en los estudiantes sobreviviendo a esta cruel tempestad colonial y corrupta que nos arropa. Veo a Pluma en los suicidas que de tan jóvenes se ahogan en el perfume devastador de la desidia. Sólo el que se adapta al cambio sobrevivirá, es el nuevo paradigma. Los veo, flotando en el aire, sostenidos en el amor, aprendiendo a respirar en medio de la tempestad. Esperando a que acabe, para construir con los restos, un mundo mejor. – Carola García López

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Queridos Plumas:

¡HOOLA! Sus voces y cuerpos resuenan en mí constantemente. Las palabras no me salvan, no puedo recoger lo vivido en los contornos de las letras. Lo vivido se escapa por las comas, por los puntos suspensivos. El pasillo de la Universidad me regala miradas de agradecimiento de jóvenes anónimos conmovidos por el trabajo. Fue una experiencia extra-ordinaria, un proceso creativo-humano muy enriquecedor, con sus altas, sus bajas, sus mareas como todo proceso. Los obstáculos hacen más interesante la acción, sin obstáculos no avanza ni la acción ni la vida, los necesitamos, que lo diga Jan Pi Star. ¡Esa primera imagen de la obra que lo resume todo y abre la puerta a la nada! Alguien me dijo que era un nacimiento al revés, ¿se acuerdan cuando nació? En un ensayo cuando Jan Pi trajo sus radiografías y nos expuso la tempestad de sus huesos rotos, restaurados a fuerza de esa obstinada alegría de vivir que nos con y mueve a todxs.

Extraño el camerino, los olores a pie, las risas y el “con el permiso señora”, las placas que siempre aparecían en un lugar inesperado, los textos de Alejandra, su paciencia, sus suspiros de inteligencia, los labios rojos de Faviola tiburón, la voz aflautada de Syvel, la sonrisa transparente de José Luis como sus espejuelos, el caminar presuroso de Gerardo, los comandos certeros de María controlando las masas en la puerta al comienzo de la función. El sonido de los instrumentos al afinar, el maquillaje de Héctor, el embolle y liderazgo de Camilo, el sueño pesado de Wilmer, las tardanzas de Carlos y su timidez de hierro al tocar la guitarra, Siul entre puntas, no puntas y plumas rojas, Anthony acomodando ese barrigón hermoso entre su delgadez. Extraño los calentamientos de mosquitos y la generosidad de Reyero, el ver cómo reían y gritaban por los abdominales que luego permitieron que hicieran dos funciones corridas. Extraño la contundencia de Carl y su bandera, la cara de Ramonita y su presencia trabajadora, los discursos de Pedro Adorno, la risa explosiva de Luisito, las manos de Saúl inventando imposibles, las ideas y más ideas de la increíble Gabriela, las soluciones y alientos de Ariel, la voz de madera de Rodulfo advirtiendo que no hay más chavos, las visitas constantes a vestuario a cambiarle los muñequitos a Vando, las llaves de Robledo y su corte de estudiantes fajones. Extraño los ríos de mocos de Gabriela Saker, la dupleta siempreviva de Jaime y Jan Pi proponiendo una nueva travesura en cada ensayo- función. Extraño el llanto de miramelindas de Rayze, la voluptuosa generosidad y voz de trueno de Edgardo, las propuestas y más propuestas de Irving y su sensibilidad radioactiva, la negrura de los cabellos de Aidil proclamando conquistas de seguridad cada día, Neryann y su quijada de padre en diagonal, contundente, iracunda como un toro. Extraño la voz de alma de Patria en cada comienzo y final que escuchaba con la esperanza de que no se iba acabar nunca. Creo que la voz de la Patria, sin ella nada, es parte de las ondas gravitacionales que estiran, achican el tiempo y el espacio en el universo. Extraño la frustración, el tratar y volver a tratar de Sebastián. Su valentía y entrega, que le permitió encontrar al Rufián en los agujeros negros de su cuerpo. Extraño a Michelle y su mirada de horizonte, su disposición a los imprevistos de la ternura, extraño a Shellyann, su voz atrapada en el miedo, su devoción libertadora, su luz en escena. Extraño a Lyanchesi, descubrimiento feliz, su entrega de ébano, su enorme talento sin estridencias, su humildad en movimiento. Extraño a Pó, su indispensable presencia, la poesía de sus desplazamientos en escena. Extraño a Camille y su relación de amor-odio con la niebla plástica y el sombrero de neuronas, extraño a la hermosa Alexia y su voz sanadora, el recorrido de útero al principio de la obra marcando el camino de la Pluma amorfa y extraña de Jan Pi arrastrándose hacia el desconcierto. Los extraño y me extraño. Agradecida por tanto.